La maldición de Odón. Realidad mágica y realidad fantástica


Luis Alberto Medina Huamaní
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Universidad Nacional Federico Villareal

Éfer Soto Común (San Antonio de Pichiu, Huancavelica), es un joven narrador huancavelicano que ya cuenta en su haber con dos títulos publicados dentro del género narrativo: El retorno de la semilla (2010) y La maldición de Odón (2012). Lo conocí  hace poco más de un año,  en la XVI edición de la Feria Internacional del Libro-Lima. La amistad nació desde el primer encuentro; para entonces Éfer tenía bajo el brazo su primera publicación: El retorno a la semilla, un libro que agrupa un conjunto de relatos  juveniles de referente más o menos neourbano.
Esta vez, casi un año después, nos ha sorprendido gratamente con su segundo título: La maldición de Odón (2012), texto del cual me ocuparé en seguida. .
 Iniciaré esta disertación caracterizando desde el punto de vista formal y temático este nuevo  libro narrativo. La maldición de Odón es   un conjunto de tres relatos (está compuesto por La maldición de Odón, que es el más extenso y el que le da nombre al libro; El sueño de Wayra  y Romance y condena) de extensión más o menos mediana, cuyo referente común es el universo andino: los tres relatos se desarrollan en la comunidad de Occoro, un pueblo rural ubicado en los andes centrales, según confesiones del propio Éfer. Los tres relatos que lo integran tienen un hilo conector que los relaciona entre sí.
La maldición de Odón ronda entre lo fantástico y lo mítico; y es  a la vez una construcción y una re-construcción que oscila entre la realidad y la ficción. Es la historia de Odón Gamboa, de padre desconocido, hijo natural de doña Rosa Gamboa, una mujer humilde, pobre, haraposa, despreciada y hostigada por el pueblo de Occoro debido a su locura; está ambientado en el siglo XX, sin más señales cronológicas. En el relato, la historicidad fuera de este contexto es poco relevante, porque la historicidad interna es única y se impone como verdaderamente importante.
Rosa Gamboa, decíamos es una mujer que no tiene parientes, vive sola en las afueras del pueblo; de pronto resulta embarazada, posiblemente producto de alguna violación o de algún tipo de relación que escapa al hombre a las fuerzas naturales.
El título de este relato resulta sugerente y  llama clara e innegablemente la atención del lector.  El nacimiento de Odón es una aberración y  es a la vez, o tal vez por esto mismo,  una maldición para Occoro y para sí mismo.  Odón por sí mismo es una aberración.
Entiéndase que la aberración es un acto o un hecho, un acontecimiento que se aparta de lo aceptado como lícito; es un desvío, una imperfección, un defecto. Odón es la maldición que recae sobre la población y es a la vez la maldición de sí mismo. Es la aberración en un pueblo acostumbrado a las cosas cotidianas del campo y sus alrededores. Es a la vez víctima del morbo de la población y de la codicia de su madre que lo utiliza como objeto de poder y lucro; y, a la vez, es un objeto de deseo lleno de pulsiones, traumas, incertidumbres y vacíos. Esta convergencia de sentidos y pulsiones traerá como consecuencia la muerte de las doncellas que caen rendidas ante la extraña belleza de Odón y su propia desaparición.  
El sueño de Wayra es el  segundo relato del libro. Replantea la tesis del patito feo  de Hans Christian Andersen  (1843) en su versión andina. Es la historia de Wayra, un caballo que nació en Occoro, en un establo de animales de carga de la propiedad de Américo Alcalá, un comerciante solitario y de edad avanzada.  Wayra es una suerte de sujeto marginal, pues nace con una serie de “defectos” que no le corresponden a un caballo de su especie por lo cual es rechazado. En este relato se plantea la dicotomía de la pertenencia y la apertenencia, la identidad y el autoestima o el autorreconocimiento. Wayra es rechazado por los suyos debido a su “fealdad”, esto es: no ha nacido para ser un caballo para el trabajo doméstico; por ello iniciará una búsqueda de sí mismo hasta encontrarse; para ello deberá abandonar el seno materno y familiar.  Es claramente una metáfora de la niñez y adolescencia  incomprendida. Wayra bien podría ser cualquiera de nosotros. Es en resumidas cuentas, la parodia de la vida humana:  funciona como una metáfora del crecimiento del niño y del  adolescente  en tanto el ser humano sea, en términos aristotélicos, acto y potencia. Hay una lectura muy clara sobre la moral en este cuento: no importa dónde se nazca ni cómo; la clave está en que uno debe encontrarse a sí mismo hasta llegar a ser alguien o algo autodefinido, reconocido y reconocible; esto es, las ataduras y limitaciones (sociales, culturales, étnicas, económicas, etc.)  no deben ser impedimento para llegar hacia el éxito.
Desde un plano social, podría notarse la idea y el reflejo de la migración. Las ataduras de Wayra funcionan como las ataduras a las que están sujetas los campesinos: el campo, el trabajo agrario, el comercio precario, las duras condiciones de vida, etc. Y la migración hacia otros lugares más urbanos en búsqueda de mejores oportunidades: un trabajo, una profesión, mejores condiciones de vida, etc., que no se hallan en el terruño.   
Romance y condena es el tercero y último relato. Efer Soto aborda el tema del incesto en este caso; pero es la historia de un incesto  no consumado,  alimentado más bien por la maledicencia de los pobladores de Occoro. Nos encontramos ante la humilde  familia  Vilcatoma, integrada por una madre coraje, viuda, con dos hijos y una reputación que cuidar. Jerónimo es el hijo mayor y Rosaura, la menor, aún adolescente.
Jero (hipocorístico de Jerónimo) es un muchacho muy particular, posee una fuerza admirable en los brazos que lo hacen muy respetado por los pobladores y se convierte en el objeto de deseo de las mujeres: madres e hijas. En este relato se plantea una suerte de categorías propias del psicoanálisis como la represión y los impulsos o pulsiones del sujeto que desea; esto desde la perspectiva de la hermana. Rosaura es la hija que se siente atraída por el padre muerto (a quien no conoció, debido al prematuro deceso de este). Para conocer al padre, aconsejada por la curandera (el chamán en versión femenina)  intenta viajar al inframundo, como Odiseo y Eneas (por nombrar dos ejemplos) mediante una práctica muy común entre las comunidades andinas: dormir boca arriba y con las manos entrecruzadas sobre el pecho. El resultado es fallido y muy próximo al horror.
  En realidad Rosaura desea a su hermano Jero.  Las pulsiones que la llevan a intentar seducir a su hermano son alimentadas por las tormentas de la madre y lo que es un secreto a voces: toda la población cree que entre los hermanos hay una relación amorosa. La historia termina en una tragedia que el lector descubrirá al leer estas líneas llenas de suspenso y descripciones realmente notables.

Con estos relatos de La maldición de Odón, Éfer Soto explora el mundo psíquico del hombre andino desde su cosmovisión, sus traumas y su tradición oral. Lo  no  manipulado y el mundo mítico-imaginario no comprendido se convierten en motivos para revelarnos  la cotidianidad del hombre andino.  Lo maravilloso, los sucesos indecidibles;  los  fenómenos que resultan  inexplicables para la cosmovisión del hombre occidental, en La maldición... son parte de la vida cotidiana en los Andes.
En ese sentido, La maldición de Odón recoge los motivos y las tonalidades de la cultura andina:
-          Explora  la dimensión cósmica de los pueblos andinos, su realismo mágico.  
-          Explora la Realidad mítica con un fin ético y pedagógico; sin exotismos ni idealismos.
-          En la maldición de Odón, mito y realidad se unen para construir una ficción cuyo  discurso encierra una intencionalidad no explicativa como suele ocurrir en la mitología clásica, o en las obras indigenistas y neoindigenistas ( que son de corte realista),  sino una intencionalidad ética y pedagógica
-          Reivindica la tierra materna- el lugar de origen.

Finalmente, con esta publicación, Éfer Soto se muestra heredero de la vasta tradición narrativa peruana de referente andino: llámese indigenismo, neoindigenismo o narrativa andina. Hijo de los Andes (recordemos que nació en Huancavelica) y heredero natural de grandes maestros como  José María Arguedas, Ciro Alegría, Eleodoro Vargas Vicuña, Zeín Zorrilla, Oscar Colchado Lucio, Julián Pérez, Enrique Rosas Paravicino, por citar algunos.
Debemos aclarar, sin embargo, las claras diferencias entre el indigenismo o neoindigenismo  y lo andino. La  narrativa indigenista  busca reivindicar al indio, tiene como referente o universo representado al mundo indígena. En cambio, la narrativa andina, surge en el contexto de la guerra interna hacia los años ochenta y tiene como referente    al mundo andino, con su cosmovisión, los problemas sociales, la transculturación o el sincretismo cultural necesario que atraviesa  cosmovisión y su cercana convivencia contra las fuerzas de la naturaleza o las fuerzas sobrenaturales de una realidad mágica;  sin ese afán de reivindicar al indio, propio del indigenismo que ya hemos recalcado.
  
Lima, 18 de octubre de 2012.

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