Hace unos días, vio la luz “Al Otro Lado Del
Verso”. Poemario de los integrantes de Grupo Parasomnia, que con esta propuesta,
ingresan al mundo del ejemplar
impreso, los aplausos, los ojos
acechantes y la alegría compartida entre cinco.
En esta
pequeña colección de poemas que nos entregan, llegan, tambien, poemas de las ganadoras del concurso
organizado en la red social, en Agosto del año pasado, por ellos mismos.
Llegan además, ellos, cansados, con el
aliento de haber dado lo último de sus inviernos para la producción de este
libro, como meta de un trabajo de dos años, de ardua marcha, donde la difusión de la lectura de poesía y de
poetas en distintos espacios de la
ciudad, fue su tiempo, su piel y sus
pendientes.
Lo cierto es, sin duda, que saludamos el nacimiento
del poemario y deseamos caiga en muchas
manos anónimas y en cada línea, haya un
encuentro o un reencuentro con nosotros.
Como siempre, después de esta propuesta colectiva, volveremos a nuestros
cuarteles este otoño, donde surgirán nuevas propuestas que enciendan la pólvora,
la noche y como dijo Gabriel Celaya
sobre la poesía como “arma cargada de futuro”. Vendremos!
Alfredo Coello Peralta.
Grupo Parasomnia y la poética de los años 2000
Prologo escrito por el poeta Domingo de Ramos
La
poesía peruana está protagonizada de dos maneras: las individualidades y los
grupos. Desde el siglo pasado, en sus albores, tuvimos la presencia de Colónida
(liderado por Abraham Valdelomar), Grupo Norte (en el que destaca César Vallejo),
el Grupo Orkopata (que da comienzo a la vanguardia y a la modernidad de la
lírica en el Perú); en los 70, aparecieron Estación Reunida, Hora Zero y La Sagrada
Familia; en los 80, El Movimiento Kloaka; y en los 90, El Grupo Neón, Inmanencia, Vanaguardia, Geranio
Marginal y Noble Katerva.
Sin
embargo, a pesar de los grupos y colectivos en los que se reunían los noveles
escritores, había (y hasta hoy hay) una marcada individualización y una
dispersión de los discursos que se acentúa en los años 2000. Lo cierto es que
después de los 80 no se logra cuajar una opción de Movimientos programáticos y
estéticos como en el siglo anterior. Esto tal vez sea su distintivo
generacional en el que se marca un
distanciamiento y se apuesta por la diversidad y la eclosión de voces más o
menos heterogéneas.
En
este sentido, los discursos vienen desde el malditismo urbano, la
representación de lo suburbano popular, el coloquialismo, la construcción del
sujeto autobiográfico, etc. Estos rasgos hacen que las poéticas últimas sean movibles y
pequen de cierta precariedad, dado que no se observa un norte fijo; del mismo
modo, genera que la crítica los sitúe en
la dispersión, más que en la cohesión de sus discursos.
Estos
comentarios, precisamente, vienen a
colación por la reunión de los poemas de los integrantes del Grupo Parasomnia quienes
hacen su aparición oficial mediante esta selección editada de sus cinco
miembros fundadores, que son los siguientes poetas: Blanca Segura, Efraín
Altamirano, Alfredo Coello, Eduardo Cabezudo y Luis Alberto Medina.
Cada
uno de ellos con disímiles voces y propuestas distintas en cuanto al
tratamiento del lenguaje y a las técnicas asimiladas, nos dan un panorama de
sus poéticas en el grupo que bien refleja lo dicho anteriormente de la dispersión
que continúa marcando la lírica peruana a partir de los noventa según el crítico
y poeta Luis Fernando Chueca. Cabe recalcar que Grupo Parasomnia se forma en el
año 2011; desde entonces, sus integrantes vienen participando, en forma
conjunta, como organizadores y animadores de la poesía: realizando recitales y presentaciones en diversos
espacios de la ciudad.
A
continuación, caracterizaremos brevemente las dicciones de cada uno de los
miembros del grupo.
La
poesía de Blanca Segura no está inscrita en la poesía de género –como lo
estuvieron las poetas en las décadas pasadas, en especial en los años 80–, sino
más bien es transparente. En esta, el dicente o el sujeto poético se examina
exhaustivamente y se pregunta sin poder ubicarse en el mundo que le ha tocado
vivir “por qué los pasos son más inciertos”. En esta línea se encuentra su
texto “Resaca emocional”.
La poesía de Luis Alberto Medina transcurre en lo que se
denomina escritura de la migración. El sujeto poético añora el terruño, al que ve desde la distancia; tiende a la melancolía,
que no se advierte tanto, que no se impregna tanto en sus textos; porque logra
equilibrarla y esquivarla con soltura, mediante los fraseos aurorales que le dan
otro tinte; aunque pasa por momentos trágicos y de dolor ante la miseria humana
de esta realidad que palpamos diariamente
En la poesía de Alfredo Coello, hay una honda reflexión
intimista, amainada con vientos, desvelos; reflexiones casi en secreto de
encuentros con la luz y con las sombras, que sollozan y huyen en el tiempo para
aterrizar sobre el jardín familiar y ser con la palabra, cerca de la orilla,
desde donde ve la soledad, el silencio, el mar y la vida.
En
el caso de Eduardo Cabezudo, su poesía es sarcástica, demoledoramente obsesiva.
Habla de pérdidas y de amores imperfectos, huidizos como el tiempo que dejan
huellas en la memoria del poeta que la enuncia como en un sueño frustrado pero
que está presente, casi vivo, en las palabras que inyectan insomnio a los
pobres hambrientos de sueños.
Efraín
Altamirano tiene una poesía visceral, aullante, que habla de las vicisitudes de
las calles y de su cotidianeidad. En ella
mezcla lo prosaico, lo vulgar y todas las impurezas que se muestran en
la vida cotidiana de un ser humano. El enunciado lírico recorre la realidad con
estupor y asco de lo que presencia; revela, como una película en blanco y
negro, la marginalidad, el caos, la inseguridad, el existencialismo y su descenso
a los infiernos.
Estos
son los cinco que se vienen con todo y esperemos que más adelante sigan no solo
agitando y promocionando la poesía, sino que den sus frutos más interesantes
para contribución a la lírica de nuestro país.
Domingo de Ramos.
Que lindos poemas
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