Promotora cultural, guionista y,
sobre todo, poeta. Nora Alarcón es una de las voces que se va consolidando, con
autenticidad y firmeza, en la poesía
peruana hecha por mujeres (no hablaremos desde la óptica de la poesía de
género, por supuesto). Nació en Ayacucho
en 1967, estudió Cine y Periodismo; cofundó, además, la revista del Taller de Poesía de la
universidad Nacional Mayor de San Marcos
en el 2009.
Su carrera literaria es vasta y viene
acompañada de logros notorios, pues ha
sido primera mención de honor en el Concurso Internacional de Poesía Grito de Mujer 2012 (Trujillo, Perú), Primer
Puesto en el VIII Festival de Compositores José María Arguedas (Ayacucho, 2011),
por mencionar algunos; además ha participado en festivales internacionales de
poesía en Berlín, Madrid, Barcelona y en el II Festival Internacional de Poesía
de Lima (II FIPLima 2013).
Ha publicado los libros de poesía Alas del viento (2000), Alas de soledad (2005) y Bellas y suicidas (2010). Hace poco nos
ha entregado su última publicación Malvas
(Casa Tomada, 2013), texto del cual nos ocupamos en las siguientes líneas.
Malvas es un
libro de poemas que consta de tres apartados: Talle de malva (seis poemas),
Cáliz de malva (siete poemas) y Pétalo de malva (seis poemas). El título Malvas
es claramente simbólico. Nora Alarcón intenta imbuir mediante el símbolo “malvas”
el sentir cultural como una noción de la identidad, del arraigo del Ser en
tanto agente social y cultural, pero también es una metáfora de la mujer, del
amor, la pérdida y la esperanza: “Malva
tenías que ser: rebelde de sueños en tus versos/ Viajera del tiempo que navega
entre danza de delfines / La misma que transita una senda de luceros y
tempestades”.
La malva es una planta silvestre muy común en los Andes. Crece de forma natural en los campos; es reconocida por su resistencia y tenacidad ante las adversidades climatológicas. En este sentido, el conjunto de poemas que forman parte de Malvas connotan resistencia, rebeldía, fortaleza, nostalgia, arraigo, amor por la tierra madre, nostalgia por el pasado, amor por el otro que ha partido y esperanza.
Al leer cada uno de los poemas, viajamos por los mundos representados: los paisajes andinos de Ayacucho, sus numerosas iglesias, su música popular (el huaino ayacuchano… sonidos de arpas, violines y guitarras) son presencias constantes que acompañan al lector con un peculiar guiño de complicidad que reivindica el sentir popular de quienes nacieron en el seno de una cultura andina y se exiliaron de su ser: “Mi amor es escuchar una música andina / una y otra vez con el brujo de la guitarra / entre campanarios de Ayacucho y sus adioses”
No podía ser de otra manera: Ayacucho es, por antonomasia, una tierra de artistas (músicos, danzantes, cantantes, poetas, narradores, artesanos: son algunos de los protagonistas de la cultura popular ayacuchana). Nora Alarcón no podía ser indiferente y ajena a esta realidad característica que la acoge.
El primer apartado, Talle de malva, es
una alegoría del sentido de la pertenencia, el exilio y el desamor. El
enunciador lírico utiliza la primera persona y se dirige a la segunda persona en
un tono de cercanía y complicidad: “Eres una elegía que podría echar raíces y
ser una semilla esparcida”. El ser (una elegía, esto es, un algo o un ser que
se ha perdido, al que se llora o extraña, el que causa dolor o incertidumbre), el
poder-ser (el renacimiento que se reclama de ese algo o alguien a quien se ha
perdido; esto es, el amor perdido que podría renacer, echar raíces; o la
identidad perdida que podría volver a ser) y el deber-ser (esto es, lo
subyacente, lo que debiera ser y que no es, el abandono del exilio o quizá del autoexilio)
son planteamientos capitales que enmarcan el sentido de las malvas como alegoría de lo andino.
También es una forma de expresar el amor.
Amor por el otro que ha partido y, en un nivel más literario, amor por la
tierra madre, los recuerdos y la nostalgia. El enunciador lírico se aferra, no renuncia ni se deja
arrastrar por las adversidades; por el contrario, busca asirse y renacer con
mayor ímpetu: “Si nos espera un abismo / renacemos en fuego/ salvaje”; esta
idea de resistencia se refuerza y se reafirma en “Renaces y cincelas hasta
rescatar el amor que sembraste / grabado en el mismo corazón de las rocas”, en “Sales del infinito exilio que es la
indiferencia” y en: “Deja que las malvas fluyan en tus venas / con un conjuro
de fuego… / ”
El segundo apartado es un canto de desamor, “niebla de las penas más duras, oculta de mí el abismo de su ausencia”, y la añoranza de un amor ya lejano, “yo lo adoraba, niebla mía, pero mi amor fue derrumbado por la/ lluvia de su sonrisa suspendida”, “se fue con las calandrias y se convirtió en cenizas”; tan lejano que se diluye en el horizonte de los recuerdos vagos y confusos. Es también una suerte de búsqueda de sentido para seguir siendo: “Con el brillo de las espuelas de plata / busco tus ojos apresados”, “en este destierro, mi amor vagabundea/ las noches y los días ya no son nada para ti”.
Es notoria la presencia de cierto toque de erotismo, en versos como “embriagada de arpegios deliré entre tus brazos”. El enunciador lírico, al final de todo, evidencia un tono de resignación: “te quedas abatido, perplejo, inmóvil”, “ya no estás invitado a mis íntimos fuegos/ Te encuentras lejos de mi apasionada embriaguez / esa que un día te hizo hombre entre mis muslos”, “Tu amor es el Lázaro vuelto a morir”, “Qué será de esos sueños” / “no volveré a encontrarlos”.
El tercero y último apartado evidencia la búsqueda de la redención (“estos son mis pecados/ líbrame de ellos, padre bendito…”) y el anuncio de un renacimiento, de un amanecer esperanzador, por citar algunos de los temas. “Se acaba la noche”, “sucede que he cambiado con el viento y con la alondra/ que mi renovado laúd no tiene incontinuos…”, “este es el principio de una marcha hacia el amanecer”.
En resumidas cuentas, Malvas de Nora Alarcón es un excelente
poemario del amor y del desamor, del exilio y la pérdida; de la resistencia y la rebeldía; de la redención y la esperanza
de volver a ser, de volver a nacer para seguir siendo. Recomendamos sobremanera
su lectura, felicitamos a la autora y saludamos el nacimiento y el viaje de
Malvas hacia la eternidad.
San Juan de Miraflores, 03 de
diciembre de 12.
LUIS ALBERTO MEDINA HUAMANÍ
Universidad Nacional Federico Villarreal
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
0 comentarios:
Publicar un comentario