EL INTENTO POR CONSEGUIR BELLEZA
Entrevista al Poeta Roger Santiváñez
Por Alfredo Coello Peralta.
Nunca he visto a Roger Santiváñez; no sé si desborda emoción, si tiene el don de caerle bien a la gente, si se viste de una manera que lo caracteriza… No lo sé. Lo que sí sé, y con mucha convicción, es que cada vez que me he topado con algún poema o libro suyo, toda la intemperie se reconcilia: pasa a ser una casa de versos, el único medio dentro de las letras, que se encuentra para llevar sentido al mundo.
Por eso es necesario escuchar al poeta retumbar sus cañones, por eso es necesario darse una vuelta por la obra de Santiváñez, para tratar de entendernos mediante el diálogo y dejar atrás el sentido simplista de nuestra vida y comenzar a construir imperiosamente - como la poesía de Roger - algo bello de la palabra.
Roger Santiváñez
1. ¿ Cuál fue el primer libro que motivo a Roger Santiváñez llegar a la poesía?
El primer libro que me motivó decidídamente a la poesía fue la Obra Poética Completa de César Vallejo, la edición de Moncloa (1967), un libro grandote que tenía mi papá en la biblioteca de nuestra casa en Piura. Yo había empezado a escribir poemas en 1971, estando en cuarto de secundaria, pero por impulso espontáneo, sin haber leído jamás poesía; a pesar de que mi padre me instaba constantemente a leer los libros de su biblioteca, a mi eso me interesaba un comino: yo andaba jugando pelota y después tocando rock con los patas de la esquina de mi barrio para conquistar a la chica más linda de Santa Isabel, la urba donde yo vivía. Pero de pronto –no sé porqué- empecé a escribir y un día descubrí en la mesa de noche de mi viejo el libro de Vallejo. Lo cogí y me lo llevé a mi cuarto. Y entonces se produjo la hecatombe: Vallejo me rompió el cerebro.
2. ¿Alguna influencia de poetas mayores a lo largo de tu obra?
Hablar de influencias no es tan fácil tratándose de la propia poesía de uno. Prefiero hablar de gustos. Después de Vallejo, comencé a interesarme en conocer cómo habían escrito los poetas que me antecedían. Me fascinó Bécquer en el curso de Literatura Española del colegio. También Antonio Machado, sobre todo por los Cantares de Joan Manuel Serrat. García Lorca poco después. En esa época leí una antología de poesía inglesa (Byron,Shelley,Keats) y otra de poesía española –que incluía a Darío- en los Clásicos Jackson que estaban en la biblioteca de mi padre. Cuando salí del colegio encontré en la librería Studium de Piura la famosa antología de la poesía hispanoamericana de José Olivio Jiménez. Esto fue una revelación: descubrí a Huidobro, Paz, Gorostiza, Parra y sobre todo a José Lezama Lima. Todo el verano de 1973 fue un gran banquete de aprendizaje con estos grandes maestros de nuestra poesía. Lo mismo me ocurrió con Vuelta a la otra margen la excelente muestra debida a Mirko Lauer y Abelardo Oquendo donde conocí a Eielson, Martín Adán, Moro y Westphalen. También encargué a Lima algunos libros que me interesaban de Antonio Cisneros, Ernesto Cardenal y –fundamental- Contra natura de Rodolfo Hinostroza. En esos días empecé a leer a Baudelaire y a Rimbaud. A Bretón y los surrealistas. A Ezra Pound, T. S. Eliot y Allen Ginsberg. Cuando me trasladé a San Marcos en 1975, mi horizonte se amplió considerablemente; tanto, que sería imposible citar a todos los poetas que uno ha leído, disfrutado y aprendido de ellos, a lo largo de estos 40 años en la poesía.
3. ¿ Tu libro antológico, "Dolores morales" (1975 - 2005), qué marcó en tu historia?
Marcó un momento importante, ya que por primera vez reunía casi toda mi poesía en un solo volumen. En realidad, sólo mis dos primeros cuadernos Antes de la muerte –de 1979- y Homenaje para iniciados –de 1984- fueron cribados. Los libros posteriores van completos. Y recogí antiguos textos –publicados en revistas- no recogidos en libro, alguna plaquette, o colecciones perdidas. Lo interesante es que el Dolores pudo poner mi poesía al alcance de los jóvenes, ya que mis libros o estaban demasiado lejos en el tiempo o habían tenido una circulación restringida debido a la cortedad de sus tirajes.
4. Disculpa la pregunta repetida en muchas entrevistas: ¿cuál fue tu relación con Hora Zero?
Mi relación con Hora Zero –primeramente- fue de admiración. Yo encontré la antología Estos 13 de J. M. Oviedo (sobre la generación del 70) en el verano de 1973 en la librería Studium de Piura, cuando acababa de salir del colegio. Y fui conmovido por una fascinación adolescente frente a todo lo que significaba HZ y su poesía. Es tanto así que en las vacaciones de julio de aquel 1973, viajé a Lima en busca de HZ. Deambulé por el bar Palermo –en La Colmena- donde según el libro de Oviedo paraban los poetas de HZ pero no encontré a nadie. Más bien, en una conferencia sobre Belli en el INC tomé contacto con dos jóvenes Gustavo Armijos y Jorge Espinoza Sánchez. Armijos me invitó a publicar en su revista La Tortuga ecuestre de la cual yo ya tenía noticias (por una columna Las peras del olmo que Oviedo publicaba en el suplemento Dominical de El Comercio) y fue así como publiqué mi primer poema en La Tortuga ecuestre # 4 en diciembre de 1973. Tenía 17 años.
Posteriormente, cuando me trasladé a seguir Literatura en San Marcos en 1975, conocí a Juan Ramírez Ruiz en la bohemia del restaurant Wony del jirón Belén, centro de Lima, donde la gente se había pasado tras la clausura del Palermo por el terremoto de octubre de 1974. Y antes, en el verano de 1974 había conocido a Jorge Pimentel, episódicamente, después del recital que dió en el INC Emilio Adolfo Westphalen tras muchos años de ausencia del Perú. También, en el verano de 1974, conocí en el Wony a Enrique Verástegui, a quien me presentó el poeta Armando Arteaga que era amigo suyo. Allí mismo conocí a Jorge Nájar, poco antes de su viaje a París donde reside hasta la actualidad. Así empezó mi relación personal con los poetas que habían sido de HZ, ya que –a la sazón- el Movimiento no existía: se había diluído en el panorama desde marzo de 1973. En 1975 conocí igualmente a Tulio Mora en el Wony, presentado por Marco Martos –mi profesor y mentor en San Marcos- pero Tulio en esa época era ubicado como de la mancha que había publicado la revista Estación Reunida –dirigida por José Rosas Ribeyro- entre 1967-1969, o sea: antes de HZ que es de 1970.
En 1977 HZ se reunificó. Esta vez contó con la partcipación de Tulio Mora pero ya no con la de Juan Ramírez Ruiz, quien criticó con su manifiesto Palabras Urgentes (2) lo que él consideraba un simulacro del auténtico HZ (1970-1973). Yo, por mi parte, ese 1977 había fundado con Edgar O’hara una nueva agrupación denominada La Sagrada Familia. Este colectivo duró hasta abril de 1979. Entonces se produjo un intento de cohesionar a todos los poetas y artistas jóvenes que nos reclamábamos de izquierda, eso fue La Unión Libre una suerte de coordinadora que –en los hechos- nunca funcionó. En esas circunstancias fue que Jorge Pimentel nos invitó a Dalmacia Ruíz-Rosas a quien responde este cuestionario a integrarnos a Hora Zero. Invitación que aceptamos en diciembre de 1980. Participé con HZ todo el año 1981. Con HZ yo conocí la calle, su vivencia y su lenguaje; ya que mi vida había sido siempre dentro de la burbuja de la clase media acomodada y la vida académica universitaria. Eso es lo que HZ me dió a mí y a mi experiencia poética. Durante mi estadía en HZ, Juan Ramírez Ruíz me quitó el habla. Sólo cuando fundé el Movimiento Kloaka en 1982, volvió a hablarme y me dijo: “Ahora sí”.
5. Investigando me topé con otro grupo al que perteneciste: "La Sagrada Familia". ¿Cómo fue tu paso?, sé que fuiste uno de los fundadores.
Efectívamente, yo había conocido a Edgar O’hara en 1975 –una especie de líder de la poesía joven en ese momento- a poco de mi arribo a Lima desde mi natal Piura. Gracias a su convocatoria toda la mancha de jóvenes poetas de San Marcos y la Católica nos reuníamos en un bar de la Plaza San Francisco en el centro de Lima. Así pasaron dos años. A comienzos de 1977 visité a Edgar en su casa de San Antonio y esa tarde decidimos fundar un nuevo grupo literario. Le pasamos la voz a los patas Luis Alberto Castillo, Enrique Sánchez Hernani , Mito Tumi y Guillermo Niño de Guzmán. Ese fue el orígen de La Sagrada Familia. Este grupo funcionó muy bien hasta que la Realidad nos golpeó duramente: toda la agitación política y el descontento producido por el gobierno de Morales Bermúdez que derrocó la Revolución Peruana del general Velasco y desmontó el proceso de reformas que vivía el Perú; llegó a su punto culminante con el gran paro nacional del 19 de Julio de 1977. Esto nos politizó de una forma vertiginosa y llevó –finalmente- a la disolución del grupo. Pero editamos 4 números de nuestra revista La Sagrada Familia y varios libros de miembros y amigos del colectivo. Para mí, fue una experiencia muy importante –se trataba de mi priner grupo poético- aunque es pertinente decir que antes –entre 1974 y 76- to había formado parte de la collera que editó la revista AUKI, con Armando Arteaga, Luis La Hoz y Oscar Aragón. De todas estas experiencias yo aprendí mucho y estaré siempre agradecido con los poetas amigos con quienes las compartí.
6. Cuéntanos de tu poesía con respecto a tu larga estadía en el extranjero.
Respecto a mi poesía en relación a mi vida en los Estados Unidos desde hace 11 años, lo que puedo decir es que aquí he profundizado mi lectura de poesía norteamericana, centrándome en el extraordinario Ezra Pound. Por otro lado, vivir a dos cuadras de un parque a la vera del río Cooper, sur de Nueva Jersey; me ha permitido derivar buena parte de mi poesía hacia el idilio bucólico. Lo mismo que ciertas temporadas en el balneario veraniego de Ocean City, tratar de captar lo que pueda decirme el helado atlántico norte. Igual la piscina “Roberts” de mi barrio ha sido un ambiente tan suave como para componer unos Crepúsculos en estos últimos veranos aquí pasados. Finalmente, el haber tomado contacto con los poetas del Movimiento Neobarrco (entre ellos principalmente José Kozer, Eduardo Espina, Reynaldo Jiménez y Eduardo Milán) y su cálida acogida ha sido un elemento central para el desarrollo de los berruecos sudacas de mi última poesía, experimentación en el lenguaje que –en verdad- yo había empezado de manera espontánea antes de salir del Perú y tomar conocimiento de esta nueva vanguardia de la poesía latinoamericana.
7. ¿Cómo evalúas el panorama actual de la poesía en el país?
Lo evalúo muy bien a juzgar por los distintos poetas jóvenes, grupos y/o revistas a los que yo he podido acceder, teniendo en cuenta que no resido en el Perú desde hace más de 11 años. Tiempo bastante para no estar completamente empapado de lo que ocurre en nuestro país. Pero –reitero- de lo que yo conozco (que es por supuesto inevitablemente fragmentario) tengo la mejor impresión. La tradición peruana –que parte desde Valdelomar,Vallejo y Eguren- es muy rica, de modo que con esa savia que tenemos dentro no es difícil asegurarle a nuestra poesía un futuro brillante.
8. ¿Qué es Kloaka en tu vida?
Kloaka es para mí el Movimiento poético-artístico que contribuí a fundar en los tempranos 80s. Kloaka –en mi vida- representa el período de aprendizaje de la primera juventud. La memoria de una hermandad sin límites –más allá de las desavenencias cruzadas, surgidas después entre varios de los que estuvimos implicados hace 30 años- y la plasmación de una obra que hoy en día es insoslayable en el panorama de la literatura y el arte contemporáneos en el Perú. Es también el grato recuerdo de la edad de la inocencia, cuando uno cree que puede cambiar el mundo: convertir los sueños y utopías en una realidad concreta. La historia nos va demostrando lo contrario, pero el solo hecho de haber tenido esa utopía en el corazón, nos preserva siempre de no sentirnos derrotados jamás ante las injusticias y el oprobio del sistema en que vivimos. Otra cosa importante: Kloaka fue un taller de poesía, una interrelación y vivo intercambio de pareceres que mutuamente nos ayudaba al mejor logro de nuestra creación. Una cohesión colectiva que –quiza- uno necesita cuando empieza a escribir, y ya después proseguir el camino –en solitario- hacia la construcción de su obra personal.
9. ¿Y treinta años después?
30 años después, Kloaka es la memoria de aquella rebeldía. Y la obra individual de sus ex-miembros, aliados y/o simpatizantes, cuyos logros están a la vista.
10. ¿Qué planes tiene Roger Santiváñez mirando al 2013? ¿Qué esperamos de su obra?
Tengo un nuevo libro de poemas terminado cuyo título es Virtú. Y actualmente estoy en el proceso de composición de otro nuevo recién empezado. De mi obra sólo puede esperarase el intento por conseguir belleza, que es –a fin de cuentas- el propósito de la poesía.
Muchas Gracias.
Roger Santiváñez
3 de agosto de 2012. A las verdes márgenes del Cooper River, sur de Nueva Jersey.
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